¿Cómo y por qué se forma una colonia de gatos?
Un gato asilvestrado es un gato no domesticable
Los gatos asilvestrados (o también llamados "ferales”) son los gatos adaptados a sobrevivir en la calle en régimen de libertad. También son asilvestrados los cachorros nacidos de una madre asilvestrada, que al llegar a la edad adulta y sin haber tenido apenas contacto con el ser humano, raramente pueden convertirse en domésticos.
Desgraciadamente, en muchas ocasiones dos gatos adultos sin esterilizar abandonados o perdidos pueden llegar a formar una colonia numerosa, se van añadiendo otros individuos y su descendencia ya nace adaptándose al estado salvaje en régimen de libertad. La colonia es su unidad social, les ofrece protección y se establecen cerca de una fuente de alimento. Pueden sobrevivir en cualquier lugar prácticamente en estado salvaje, ellos ya no soportarían la cautividad de una vida doméstica.
El gato domesticado es el gato que forma parte de una familia, es ésta la que le proporciona el alimento, las caricias, los juegos, la atención veterinaria y toda clase de cuidados que necesita. Su territorio es su casa y la interacción social la lleva a cabo con "su familia".
Puede suceder que siendo domésticos salgan al exterior y se pierdan, con lo que inician una nueva vida en solitario. En otras ocasiones son abandonados a su suerte (el abandono supera con creces al número de perdidos).
Estas dos causas son el motivo que hace que se forme una nueva colonia pero con gatos que en su día fueron animales de compañía, y aunque acaben y se adapten a vivir en ella, la posibilidad de ser de nuevo socializados es muy alta con lo que son aptos para dar en adopción y así darles una nueva oportunidad. Por eso es importante a la hora de coger un gato determinar si es salvaje o no. El gato domesticado volverá a establecer relaciones con personas, el asilvestrado o feral no.
Las crías de los gatos domésticos nacidas en libertad si no se recogen antes de cumplir las 8 semanas (periodo de tiempo indicado para su socialización) ya serán gatos ferales.
La experiencia de Fundació Silvestre en la gestión de colonias nos ha demostrado que el comportamiento de un gato asilvestrado y doméstico (abandonado o perdido) es diferente.
El gato abandonado o perdido que vive en una colonia puede ser sociable con el alimentador: Se acercará cuando lo oiga llegar, a veces puede vocalizar con insistencia pidiendo la comida y en ocasiones hasta se deja tocar. Comerá rápidamente en su presencia y se retirará. En ocasiones puede tener un aspecto desaliñado como si no estuviera acostumbrado a vivir en la calle y se dejará ver a cualquier hora del día.
Por el contrario, el gato asilvestrado es silencioso, no se acercará a desconocidos, y por lo general sólo se deja ver desde el anochecer hasta el amanecer a menos que esté muy hambriento y busque comida. Este tipo de gatos están adaptados a vivir en la calle y probablemente estarán bien acicalados y si les ponemos comida normalmente esperarán hasta que nos hayamos ido para empezar a comer.
Es inherente a la naturaleza humana (salvo en circunstancias especiales), la actitud de querer cuidar, alimentar, proteger, dar bienestar y ofrecer seguridad a un ser que les parece desvalido. Destacando esta actitud tan elogiable, el impulso de retirarlos de la calle no es lo mejor para ellos ni por supuesto, lo que los gatos necesitan. Pretender que un gato asilvestrado viva junto a una familia es del todo impensable
Por lo general, estos gatos han vivido sus vidas sin más contacto humano que el que mantienen con la persona que los alimenta. Su instinto de supervivencia les lleva a la desconfianza hacia los humanos y su habilidad para la huida cuando perciben peligro, es un elemento clave para conservar la vida.
La verdadera casa de los gatos asilvestrados es el lugar donde han nacido y se han criado, donde desarrollan fuertes vínculos entre ellos y con su territorio, vínculos que definen su existencia, su bienestar y su felicidad.